Nuestra profesora Rosita me enseñaba en el nido.
Nos dijo un día:
- "chicos ya conocen a los niños de Pamplona alta y su escuela, ustedes pueden ayudarlos reciclando botellas"
Todos dijimos: ¡Siiii!
Recogimos botellas donde veíamos. Yo me obsesioné mucho recolectando botellas de todas partes, tres dias más tarde vine con una bolsa llena de botellas.
Logramos juntar 1,000 kilos entre todos, que sirvieron para cambiarlas por mesas y sillas para los niños de Pamplona Alta.
Organizamos una chocolatada y llevamos las mesas y sillas, los niños se pusieron felices y no se querían parar, fue algo muy lindo para mi verlos felices.
Gabriela